miércoles, 19 de septiembre de 2007
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas

La “Gran Guerra”


Salvo por la extensión territorial que asoló y el número de pueblos que involucró, la II guerra no tuvo nada de “grandeza”. Protesto, pues, y exijo a los señores académicos que se dejen ya de sus retozos lingüísticos, olviden el onanismo gramatical que les da discutir si “molcajete” y “guacamole” son o no términos a ser incluidos en el Gran –ése sí- Diccionario, y de una maldita vez se pronuncien sobre el grave asunto que en más de una oportunidad he puesto a su augusta consideración y declaren nula la expresión que da título a esta columna.
Dicho lo anterior, abordo el tema de hoy: el sexagésimo octavo aniversario del colosal conflicto que cobró la vida de más de 60 millones de seres humanos y sobre cuyas cenizas se construyeron la sociedad y el mundo actuales.
El 3 de septiembre de 1939 Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania después de que el maloso e insensible Hitler se negara a atender el “ultimátum” presentado por el Primer Ministro británico (¡Ah, Chamberlain, aquella gelatina! O, como lo describiera Orwell, “[ese] estúpido anciano que se conduce conforme a los dictados de su muy escasa inteligencia”).
A los millones de vidas perdidas hay que sumar los trastornos a la organización social, la destrucción de las economías, la recomposición geopolítica del planeta, la desorganización familiar, las hambrunas y la desolación que se extendió por la tierra.
Quisiera poder decir que los años transcurridos desde el término del conflicto fueron de paz, pero basta una breve e incompleta cronografía para comprobar, como si fuera necesario, que el estado natural de la sociedad humana es la guerra: 1947: matanzas en el Punjab; 1948: primera guerra árabe – israelí; 1950: guerra de Corea; 1952: rebelión Mau-Mau en Kenya; 1954: derrota francesa en Vietnam; 1956: guerra de Suez; 1956: revolución anticomunista en Hungría; 1956: revolución argelina; 1959: revolución cubana; 1960: revolución congoleña; 1961: fallida invasión a Cuba; 1963: conflicto de Chipre; 1964: guerra de Vietnam; 1965: invasión norteamericana a la República Dominicana; 1967: guerra de los seis días; 1967: guerra civil en Biafra; 1968: rebelión anticomunista en Checoslovaquia; 1973: guerra del Yom Kipur; 1975: guerra civil en Angola; 1977: guerra civil en Líbano; 1979: invasión soviética en Afganistán;
1980: guerra entre Irán e Irak; 1981: ataque israelí a Irak ;1982: invasión israelí al sur del Líbano; 1982: guerra de las Malvinas; 1983: invasión norteamericana a Granada; 1986: enfrentamiento norteamericano y libio; 1987: primera Intifada en Palestina; 1989: invasión norteamericana a Panamá; 1991: guerras de secesión en Yugoslavia; 1991: guerra del Golfo; 1993: invasión rusa a Chechenia; 1999: intervención de la OTAN en Kosovo; 2000: nueva Intifada palestina; 2001: invasión a Afganistán; 2003: invasión a Irak; 2006: guerra de Israel contra Hezbolla.
Lo dijo Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo: “Paz, en los asuntos internacionales: periodo de engaño entre dos periodos de lucha”. Y hace dos mil años Publio Cornelio Tácito, al comentar las gloriosas conquistas romanas, se limitó a murmurar: “Hicieron un gran desierto… ¡y lo llamaron paz!”.
También a la “gran guerra” debemos el inicio de lo que puede ser el holocausto de nuestra especie: el lanzamiento de dos bombas atómicas en territorio japonés, la comprobación empírica de las capacidades de una nueva arma, organizada y dispuesta por el aparato militar vencedor.
Después, claro, vendría el fariseísmo. Estados Unidos e Inglaterra firmarían una “Carta del Atlántico” con los siguientes puntos:
1. Sus países no buscan ningún engrandecimiento territorial o de otro tipo.
2. No desean ver ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los votos libremente expresados de los pueblos interesados.
3. Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aquellos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.
4. Se esforzarán, respetando totalmente sus obligaciones existentes, en extender a todos los Estados, pequeños o grandes, victoriosos o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de igualdad al comercio y a las materias primas mundiales que son necesarias para su prosperidad económica.
5. Desean realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económica y la protección social.
6. Tras la destrucción total de la tiranía nazi, esperan ver establecida una paz que permita a todas las naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza.
7. Una paz así permitirá a todos los hombres navegar sin trabas sobre los mares y los océanos.
8. Tienen la convicción de que todas las naciones del mundo, tanto por razones de orden práctico como de carácter espiritual, deben renunciar totalmente al uso de la fuerza. Puesto que ninguna paz futura puede ser mantenida si las armas terrestres, navales o aéreas continúan siendo empleadas por las naciones que la amenazan, o son susceptibles de amenazarla con agresiones fuera de sus fronteras. Consideran que, en espera de poder establecer un sistema de seguridad general, amplio y permanente, el desarme de tales naciones es esencial. Igualmente ayudarán y fomentarán todo tipo de medidas prácticas que alivien el pesado fardo de los armamentos que abruma a los pueblos pacíficos.
(La columna “Enola Gay y Little Boy” provocó una avalancha de correos. Unos me corrigen, otros me califican de tonto útil y algunos más de compañero de viaje de los rojos. Preparo un resumen.


Profesor – investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla.

sanchezdearmas@gmail.com
 
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domingo, 16 de septiembre de 2007
Independencia de México Made in China
Por: Laura Ortega y Diana Jiménez

Verde, blanco y rojo. O rojo, verde y blanco. O blanco, rojo y verde. O verde, rojo y blanco. ¿Estos son los colores de la bandera de México? ¿El rojo de qué lado va?, ¿del asta? ¿Y el escudo, bocabajo? Esto más bien está como en chino. ¿Se tratará de la independencia china o es la mexicana a la china?
Ninguna de las dos. Bueno, sí. La última quizá, y no es que los mexicanos se hayan ido a China o que los chinos se estén volviendo mexicanos. La realidad es que con el paso del tiempo el mercado chino está desplazando la manufactura mexicana para establecerse en este país, por lo que en la actualidad ya es más difícil encontrar productos hechos en México.
Algunos artículos típicos de las fiestas patrias, como banderas, trompetas, tatuajes, calcomanías y cualquier otro producto de plástico, ahora presumen en la etiqueta su Made in China.
Don Justino Silva, vendedor de este tipo de mercancía en el centro de la ciudad de Puebla, ha visto disminuida su venta de unos años a la fecha, desde que el mercado chino se introdujo en el país. Él piensa que las personas dudan en comprarle estos artículos porque creen que son chinos.
Sin embargo, no todo lo que Don Justino vende es piratería extranjera, ya que en su puesto las banderas que ondean son orgullosamente hechas en México, pues son él y su esposa quienes las elaboran.

Diferencias entre el producto nacional y el chino

Una bandera made in China se reconoce cuando la tela es blanca y se imprimen en ella los colores del lábaro patrio, así que la parte inferior se nota más clara. También cuando la tela es de poliéster o cualquier otro sintético, o cuando el tamaño de las banderas es el mismo pero varían en el precio casi hasta el 50 por ciento. Incluso no podrían distinguirse cuando una es original y otra es pirata, pero lo que las diferencia es que en ocasiones los colores están invertidos y es entonces cuando el verde deja de ser amigo del asta.
Las que son de gran tamaño cuestan de 100 a 150 pesos, siempre y cuando sean fabricadas en México. De no ser así, el precio es de 60 a 80 pesos. Debido a esta diferencia de costo que puede dejar un ahorro en el bolsillo, la gente prefiere adquirir la mercancía china.
Esto ocasiona que la inversión que los vendedores -como Don Justino- hicieron para elaborar los tradicionales productos no obtengan las ganancias que esperaban. Es decir, si uno de estos comerciantes gasta 30 mil pesos en comprar el material que va a vender, gana 10 mil pesos y a la vez recupera su inversión.
Sin embargo, hay excepciones. Tal es el caso de Don Juan Aguirre, quien es originario de la ciudad de Tehuacán y fue contratado por distribuidores de los productos patrios para comercializarlos en Puebla durante las dos primeras semanas de septiembre.
Don Juan cuenta que debido a la invasión del mercado chino sólo ha vendido dos banderas desde el primer día del mes, fecha en la que comenzó a trabajar, lo cual le causa una gran preocupación porque su sueldo lo obtiene por comisión. Su jornada es de 12 horas, por lo que esto se convierte en un obstáculo para que él busque otro empleo.

México: ¿mercado meta de países asiáticos?

En algunos puestos ambulantes del centro de Puebla, los tatuajes y calcomanías que ofrecen los vendedores exhiben la leyenda “Hecho en Corea”. Aunque también las diferencias entre las banderas “mexicanas” y “chinas” son notables, pues estas últimas son fabricadas con tela sintética, como el poliéster, además de que son más delgadas y los colores más oscuros.
Esto se traduce a que la independencia mexicana va perdiendo su significado simbólico, que es la conmemoración de la lucha por la libertad. Y debido a que la manufactura extranjera desplaza con rapidez a los productos nacionales, esta tradicional celebración ahora tiene un sentido lucrativo. Aquí no sólo se venden los chiles poblanos, la plata y otros artículos que se producen en china y que compiten con los que son originarios de México, sino también las banderitas, trompetas, tatuajes, calcomanías, llaveros, aretes… que igualmente son importados, así que las utilidades terminan en manos de empresarios asiáticos, como los chinos, coreanos y taiwaneses.

Triste realidad, cruel desencanto

A Don Juan Aguirre se le pregunta si sabe dónde compran la mercancía sus patrones y el responde casi desesperado: “No sé, no sé…”
No sabe porque a él lo mandan sólo a vender. Si entre los artículos que ofrece de un lado a otro hay productos chinos él lo desconoce.
Así como él, muchos vendedores ahora están preocupados por vender hasta el sábado 15 y entregarles cuentas a sus jefes o al menos recuperar lo que invirtieron en aquel material. No importa que sacrifiquen su grito de “¡Viva México!” acompañados de sus demás paisanos, quienes seguramente les comprarán y ondearán unas banderas de México made in China.
 
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domingo, 9 de septiembre de 2007
Cráteres en la superficie poblana
Pato salió la semana pasada a bailar con sus amigos. Le había llamado a su novia para que lo acompañase, ella aceptó. Se quedaron de ver en casa de ella a las nueve de la noche. Jorge invitó a su hermana para que también los acompañara. Ya listos, el joven salió de su casa con su hermana, su destino, el hogar de su novia, en Cholula.

Él tomó las llaves de su coche, se subió, lo arrancó y salió al encuentro. Para llegar a casa de su novia, el camino más viable era el boulevard Forjadores, así que sin dudar tomó esa vialidad.

Rodó por la ciudad. Fue de acá para allá. Al igual que todas las personas que suben y bajan, distancias pequeñas y distancias grandes eso en realidad no importa, la prioridad es llegar al destino.

Pero en el rodar sobre camino se encontró con un demontre que hizo que el chico perdiera en control.

¡Vaya tipo! lo sacudió hasta el tuétano y no estaba sólo lo acompañaba un sequito que fueron desde pueriles, hasta magnos compañeros.
Cayó en uno, lo atrapó otro y el auto comenzó a bailar, la llanta del coche se reventó, si no fue la rueda fue el rin que se dobló por el impacto y el aire de neumático se salió; cayó en un bache.

Llegar al destino planeado se complicó. Se hacía tarde y sabía que su novia se iba a enojar con él por hacerla esperar. Según Pato su novia siempre se enoja cuando el llega tarde a una cita.

Él pensó que había abandonado la tierra y que se estaba en la superficie lunar, pero fue. El lugar es la ciudad de Puebla y ante sus ojos se vislumbra lo que aparentan ser restos de una ciudad bombardeada, o un campo minado.

Los hoyos que ante la vista aparecen son baches y son causados por el deterioro de las calles no por bombas.

Las diez de la noche habían llegado y el llegar a casa de Coco ( su novia) era complicado, enojado se bajo de su coche, abrió la cajuela, sacó el gato, la llave de cruz y la llanta de refacción.

Con la poca luz que tenía colocó el gato, comenzó a subir el carro, hizo con la llave de cruz lo propio para quitar los birlos de la llanta. Estos fueron saliendo: uno, dos, tres, cuatro. Sus manos y su ropa ya no eran lo mismo, se habían teñido del color del onix, pero opaco. La suciedad de la calle y de la llanta mancharon su impecable atuendo, especialmente escogido para ir a bailar.

Pasó más de media hora, Coco se había quitado el maquillaje y opto por ponerse el pijama, ya no iría a ningún lado. Pato hizo lo posible por llegar con Coco pero era tarde, ella ya estaba más que dispuesta a no ir a bailar.

Pato y su hermana se fueron a Cholula para buscar a sus amigos, pero ellos tampoco estaban, se habían ido a otro lugar y el joven no pudo localizarlos.
No se resignaron tan pronto, decidieron entrar a un antro pero por la ropa sucia de Jorge no pudieron entrar a ningún lugar. Así que esa noche no hubo ni novia, ni amigos, ni baile pero si una llanta ponchada y un rin doblado.

Hasta el mes de junio del presente año, la comuna había reconocido diez mil baches, pero estos sólo en la ciudad de puebla. Pero los que se encuentran pasando la Plaza Cruz del Sur, en uno en el que cayó Pato, quedan en descartados ya que pertenecen al municipio de San Andrés Cholula o incluso a la llamada zona de conflicto entre ambos ayuntamientos.
No obstante, con las lluvias se agudiza el problema y el número va en aumento. Es difícil ver los hoyos ya que se cubren de agua.

Según la página de Internet poblanerias.com el gobierno municipal pedirá un préstamo de 150 millones de pesos para bacheo de calles, este dinero saldrá de la banca privada para obras públicas.

Pero mientras los baches no se tapen, hay muchos poblanos como Pato que sufren de pinchaduras de llantas por caer en baches y los gastos para reparaciones salen de sus bolsillos.
 
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